Claro de luna by Erin Hunter

Claro de luna by Erin Hunter

autor:Erin Hunter [Hunter, Erin]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T05:00:00+00:00


13

Incómoda, Hojarasca cambió de postura en un círculo de luz de luna y escuchó el suave suspiro del viento en los robles de los Cuatro Árboles. Ella y Carbonilla iban a reunirse con los demás curanderos en la Boca Materna, y la media luna ya estaba bastante alta en el cielo.

—Llegan tarde —gruñó Carbonilla—. Estamos desperdiciando luz de luna.

Cirro, el curandero del Clan de la Sombra, se puso más cómodo en un hueco entre la hierba.

—Enseguida estarán aquí.

Carbonilla agitó la cola.

—Necesitaremos todo el tiempo que tengamos en la Piedra Lunar, especialmente esta noche. Hay que averiguar qué debemos hacer con lo de los Dos Patas.

Hojarasca intentó dominar su propia impaciencia por el retraso de los curanderos del Clan del Río, que ya hacía un buen rato que deberían estar allí. Quizá no les pareciese muy importante compartir lenguas con el Clan Estelar, ya que su territorio no estaba invadido por los monstruos de Dos Patas. Ahora todo estaba en silencio; los monstruos dormían de noche, pero Hojarasca sabía que seguían allí, agazapados en la tierra arrasada, entre los árboles que aún no habían destrozado. El silencio del bosque era antinatural, sin los leves sonidos de presas que siempre se oían mejor por la noche.

Le rugió el estómago al pensar en presas. Antes de partir, Carbonilla le había dado hierbas de viaje para aplacar el hambre, pero no eran de gran ayuda si no podía recordar la última vez que había comido hasta hartarse. Todos los clanes estaban sufriendo; la falta de alimento los había debilitado tanto que no podían correr con la misma velocidad y atrapar las pocas presas que quedaban. Con la amenaza de la estación sin hojas cada vez más cerca, las hojas secas cayendo al suelo cada vez más rápido bajo la fría brisa, Hojarasca no veía en qué podría ayudarlos el Clan Estelar.

Para su vergüenza, el estómago le rugió de nuevo y los demás lo oyeron. Cirro le lanzó una mirada comprensiva.

—Estrella Negra ha mandado guerreros al vertedero, a buscar ratas y carroña —le dijo a Carbonilla. Se le ensombrecieron los ojos—. Aún no hemos tenido ningún brote de enfermedad, pero sólo es cuestión de tiempo.

—Espero que recuerdes las hierbas y bayas que te di cuando estuviste enfermo —maulló la curandera.

—He estado recolectándolas. Sé que las necesitaré dentro de poco.

—Y dile a tu clan que no toque nada de carroña —le advirtió Carbonilla—. Las ratas frescas podrían estar bien, pero no la carroña.

Cirro suspiró.

—Lo he intentado, pero ¿qué puedo hacer cuando Estrella Negra da esas órdenes? La mayoría de nuestros gatos están demasiado hambrientos para importarles qué comen.

En ese momento, Hojarasca vio a Arcilloso, el curandero del Clan del Río, y su aprendiza, Ala de Mariposa, subiendo la ladera desde el río. Se puso en pie, encantada de volver a ver a su amiga, aunque no pudo reprimir una punzada de envidia al advertir que parecía muy bien alimentada, y que su largo pelaje dorado estaba lustroso por su buena salud.

—¡Por fin! —gruñó Carbonilla cuando los dos gatos llegaron—.



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